domingo, 2 de octubre de 2011

10º Hallazgo

Genial, controvertido, egocéntrico y escritor extraordinario, son algunas de las características de Oscar Wilde (1854-1900), irlandés nacido en Dublín y uno de los más representativos escritores del país de los tréboles. Su obra literaria tiene características existenciales, las cuales fueron criticadas por los ciudadanos de su época, amoldados al pensamiento puritano. Su personalidad tampoco le ayudaba, ya que, no sólo su pretensión y extravagancia eran tema de burla sino que sus problemas judiciales, los cuales lo mandaron a la cárcel, daban mucho de qué hablar. Pero la mordaz crítica social que desarrolla presenta el lado de la sociedad que nadie quiere ver, además en la más exquisita prosa escrita en lengua inglesa. Su genio literario lo hizo desarrollarse en todas las ramificaciones literarias: poesía, novela, ensayo y, por supuesto, el teatro. Entre sus obras más famosas se encuentran La importancia de llamarse Ernesto, El fantasma de Canterville y su obra más conocida, además de ser su única novela: El retrato de Dorian Gray 


***

El gigante egoísta
Oscar Wilde


Cada tarde, a la salida de la escuela, los niños se iban a jugar al jardín del Gigante. Era un jardín amplio y hermoso, con arbustos de flores y cubierto de césped verde y suave. Por aquí y por allá, entre la hierba, se abrían flores luminosas como estrellas, y había doce albaricoqueros que durante la Primavera se cubrían con delicadas flores color rosa y nácar, y al llegar el Otoño se cargaban de ricos frutos aterciopelados. Los pájaros se demoraban en el ramaje de los árboles, y cantaban con tanta dulzura que los niños dejaban de jugar para escuchar sus trinos.
-¡Qué felices somos aquí! -se decían unos a otros.
Pero un día el Gigante regresó. Había ido de visita donde su amigo el Ogro de Cornish, y se había quedado con él durante los últimos siete años. Durante ese tiempo ya se habían dicho todo lo que se tenían que decir, pues su conversación era limitada, y el Gigante sintió el deseo de volver a su mansión. Al llegar, lo primero que vio fue a los niños jugando en el jardín.
-¿Qué hacen aquí? -surgió con su voz retumbante.
Los niños escaparon corriendo en desbandada.
-Este jardín es mío. Es mi jardín propio -dijo el Gigante-; todo el mundo debe entender eso y no dejaré que nadie se meta a jugar aquí.
Y, de inmediato, alzó una pared muy alta, y en la puerta puso un cartel que decía:
ENTRADA ESTRICTAMENTE PROHIBIDA
BAJO LAS PENAS CONSIGUIENTES


Era un Gigante egoísta...
Los pobres niños se quedaron sin tener dónde jugar. Hicieron la prueba de ir a jugar en la carretera, pero estaba llena de polvo, estaba plagada de pedruscos, y no les gustó. A menudo rondaban alrededor del muro que ocultaba el jardín del Gigante y recordaban nostálgicamente lo que había detrás.
-¡Qué dichosos éramos allí! -se decían unos a otros.
Cuando la Primavera volvió, toda la comarca se pobló de pájaros y flores. Sin embargo, en el jardín del Gigante Egoísta permanecía el Invierno todavía. Como no había niños, los pájaros no cantaban, y los árboles se olvidaron de florecer. Sólo una vez una lindísima flor se asomó entre la hierba, pero apenas vio el cartel, se sintió tan triste por los niños que volvió a meterse bajo tierra y volvió a quedarse dormida.
Los únicos que ahí se sentían a gusto eran la Nieve y la Escarcha.
-La Primavera se olvidó de este jardín -se dijeron-, así que nos quedaremos aquí todo el resto del año.
La Nieve cubrió la tierra con su gran manto blanco y la Escarcha cubrió de plata los árboles. Y en seguida invitaron a su triste amigo el Viento del Norte para que pasara con ellos el resto de la temporada. Y llegó el Viento del Norte. Venía envuelto en pieles y anduvo rugiendo por el jardín durante todo el día, desganchando las plantas y derribando las chimeneas.
-¡Qué lugar más agradable! -dijo-. Tenemos que decirle al Granizo que venga a estar con nosotros también.
Y vino el Granizo también. Todos los días se pasaba tres horas tamborileando en los tejados de la mansión, hasta que rompió la mayor parte de las tejas. Después se ponía a dar vueltas alrededor, corriendo lo más rápido que podía. Se vestía de gris y su aliento era como el hielo.
-No entiendo por qué la Primavera se demora tanto en llegar aquí -decía el Gigante Egoísta cuando se asomaba a la ventana y veía su jardín cubierto de gris y blanco-, espero que pronto cambie el tiempo.
Pero la Primavera no llegó nunca, ni tampoco el Verano. El Otoño dio frutos dorados en todos los jardines, pero al jardín del Gigante no le dio ninguno.
-Es un gigante demasiado egoísta -decían los frutales.
De esta manera, el jardín del Gigante quedó para siempre sumido en el Invierno, y el Viento del Norte y el Granizo y la Escarcha y la Nieve bailoteaban lúgubremente entre los árboles.
Una mañana, el Gigante estaba en la cama todavía cuando oyó que una música muy hermosa llegaba desde afuera. Sonaba tan dulce en sus oídos, que pensó que tenía que ser el rey de los elfos que pasaba por allí. En realidad, era sólo un jilguerito que estaba cantando frente a su ventana, pero hacía tanto tiempo que el Gigante no escuchaba cantar ni un pájaro en su jardín, que le pareció escuchar la música más bella del mundo. Entonces el Granizo detuvo su danza, y el Viento del Norte dejó de rugir y un perfume delicioso penetró por entre las persianas abiertas.
-¡Qué bueno! Parece que al fin llegó la Primavera -dijo el Gigante, y saltó de la cama para correr a la ventana.
¿Y qué es lo que vio?
Ante sus ojos había un espectáculo maravilloso. A través de una brecha del muro habían entrado los niños, y se habían trepado a los árboles. En cada árbol había un niño, y los árboles estaban tan felices de tenerlos nuevamente con ellos, que se habían cubierto de flores y balanceaban suavemente sus ramas sobre sus cabecitas infantiles. Los pájaros revoloteaban cantando alrededor de ellos, y los pequeños reían. Era realmente un espectáculo muy bello. Sólo en un rincón el Invierno reinaba. Era el rincón más apartado del jardín y en él se encontraba un niñito. Pero era tan pequeñín que no lograba alcanzar a las ramas del árbol, y el niño daba vueltas alrededor del viejo tronco llorando amargamente. El pobre árbol estaba todavía completamente cubierto de escarcha y nieve, y el Viento del Norte soplaba y rugía sobre él, sacudiéndole las ramas que parecían a punto de quebrarse.
-¡Sube a mí, niñito! -decía el árbol, inclinando sus ramas todo lo que podía. Pero el niño era demasiado pequeño.
El Gigante sintió que el corazón se le derretía.
-¡Cuán egoísta he sido! -exclamó-. Ahora sé por qué la Primavera no quería venir hasta aquí. Subiré a ese pobre niñito al árbol y después voy a botar el muro. Desde hoy mi jardín será para siempre un lugar de juegos para los niños.
Estaba de veras arrepentido por lo que había hecho.
Bajó entonces la escalera, abrió cautelosamente la puerta de la casa, y entró en el jardín. Pero en cuanto lo vieron los niños se aterrorizaron, salieron a escape y el jardín quedó en Invierno otra vez. Sólo aquel pequeñín del rincón más alejado no escapó, porque tenía los ojos tan llenos de lágrimas que no vio venir al Gigante. Entonces el Gigante se le acercó por detrás, lo tomó gentilmente entre sus manos, y lo subió al árbol. Y el árbol floreció de repente, y los pájaros vinieron a cantar en sus ramas, y el niño abrazó el cuello del Gigante y lo besó. Y los otros niños, cuando vieron que el Gigante ya no era malo, volvieron corriendo alegremente. Con ellos la Primavera regresó al jardín.
-Desde ahora el jardín será para ustedes, hijos míos -dijo el Gigante, y tomando un hacha enorme, echó abajo el muro.
Al mediodía, cuando la gente se dirigía al mercado, todos pudieron ver al Gigante jugando con los niños en el jardín más hermoso que habían visto jamás.
Estuvieron allí jugando todo el día, y al llegar la noche los niños fueron a despedirse del Gigante.
-Pero, ¿dónde está el más pequeñito? -preguntó el Gigante-, ¿ese niño que subí al árbol del rincón?
El Gigante lo quería más que a los otros, porque el pequeño le había dado un beso.
-No lo sabemos -respondieron los niños-, se marchó solito.
-Díganle que vuelva mañana -dijo el Gigante.
Pero los niños contestaron que no sabían dónde vivía y que nunca lo habían visto antes. Y el Gigante se quedó muy triste.
Todas las tardes al salir de la escuela los niños iban a jugar con el Gigante. Pero al más chiquito, a ese que el Gigante más quería, no lo volvieron a ver nunca más. El Gigante era muy bueno con todos los niños pero echaba de menos a su primer amiguito y muy a menudo se acordaba de él.
-¡Cómo me gustaría volverlo a ver! -repetía.
Fueron pasando los años, y el Gigante se puso viejo y sus fuerzas se debilitaron. Ya no podía jugar; pero, sentado en un enorme sillón, miraba jugar a los niños y admiraba su jardín.
-Tengo muchas flores hermosas -se decía-, pero los niños son las flores más hermosas de todas.
Una mañana de Invierno, miró por la ventana mientras se vestía. Ya no odiaba el Invierno pues sabía que el Invierno era simplemente la Primavera dormida, y que las flores estaban descansando.
Sin embargo, de pronto se restregó los ojos, maravillado, y miró, miró…
Era realmente maravilloso lo que estaba viendo. En el rincón más lejano del jardín había un árbol cubierto por completo de flores blancas. Todas sus ramas eran doradas, y de ellas colgaban frutos de plata. Debajo del árbol estaba parado el pequeñito a quien tanto había echado de menos.
Lleno de alegría el Gigante bajó corriendo las escaleras y entró en el jardín. Pero cuando llegó junto al niño su rostro enrojeció de ira, y dijo:
-¿Quién se ha atrevido a hacerte daño?
Porque en la palma de las manos del niño había huellas de clavos, y también había huellas de clavos en sus pies.
-¿Pero, quién se atrevió a herirte? -gritó el Gigante-. Dímelo, para tomar la espada y matarlo.
-¡No! -respondió el niño-. Estas son las heridas del Amor.
-¿Quién eres tú, mi pequeño niñito? -preguntó el Gigante, y un extraño temor lo invadió, y cayó de rodillas ante el pequeño.
Entonces el niño sonrió al Gigante, y le dijo:
-Una vez tú me dejaste jugar en tu jardín; hoy jugarás conmigo en el jardín mío, que es el Paraíso.
Y cuando los niños llegaron  esa tarde encontraron al Gigante muerto debajo del árbol. Parecía dormir, y estaba entero cubierto de flores blancas.

11 comentarios:

  1. Flor de María Velaoctubre 04, 2011

    Curiosamente también me llamo mucho la atención el atuendo de Oscar Wilde, a simple vista se ve como una persona extravagante, que trataba de llamar la atención tanto del pueblo como de los de alto rango en esa época.

    La obra “El Gigante egoísta” considero que está dedicada para todas las edades pero más que todo a los niños; intenta enseñarles a los niños la manera en que ellos pueden comprender o entender el sentido de la literatura. Aquí Wilde busca la forma de interpretar todo el tema de la salvación, tratando de incorporarlo en la fantasiosa obra. La escancia de la obra trata de representar al gigante como el ser humano imperfecto que diariamente comete errores, pero también existe un Dios que ama incondicionalmente y ese amor trasciende hasta el último momento de nuestro existir. Dios nos da la oportunidad de arrepentirnos antes de que nos llegue la hora, si en algún momento realizamos buenas acciones no solo que nos beneficiaran a nosotros sino también a los que nos necesitaban, sin importar origen, género o ideología.

    En lo personal considero que el autor es simbolista ya que interpreta en sus obras a personajes ficticios que llaman la atención, aunque parece más a fantasía Wilde trata de descifrar el mundo y sus misterios; por otra parte se sabe que el simbolismo posee intenciones metafísicas (naturaleza, principios fundamentales, etc.), aparte busca utilizar un lenguaje en el que se interprete el misticismo.

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  2. Domenica Valladaresoctubre 04, 2011

    Me pareció al principio una historia muy infantil, ya que sonaba más a fábula, debido a que le da vida a cosas como el viento,
    y a la primavera. Sin embargo me gustó su manera de embellecer las palabras. Definitivamente me llamó mucho la atención el final,
    ya que no era algo esperado. No dice quién era el niño, pero según se entiende era Jesús y me sorprendió la manera en que hace que
    el niño provoque un cambio en el gigante, ya que quién imaginaría ver a Jesús como un niño llorando desconsoladamente. Aparte mezcla mucho
    de fantasía con cosas reales.

    Interesante escritor, no mi favorito, pero bastante bien

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  3. "El gigante egoísta" es sin duda una obra que se hizo para todas las edades, sin embargo a mi parecer esta obra fue hecha para los adultos, para que se dieran cuenta de las acciones que cada uno realiza, y muchas veces con esos actos inconscientemente no se dan cuenta del daño que le pueden causar a los demás, y ese daño no se percibe hasta que es demasiado tarde. Como es el caso de la obra que hasta que el gigante comprendió que lo que estaba matando a su jardín era la ausencia de felicidad pudo reconocer que habia obrado mal y permitió que los niños jugaran en este.

    Si uno analiza la obra puede comprender que lo que Oscar Wilde quería demostrar eran los procesos de la vida; para explicarme mejor podría decirse que uno necesita de diversos estímulos para pode vivir, y se necesita que estos se vayan cosechando cada vez mas, tales como el amor, la comprensión, la amistad y la felicidad, a lo largo de nuestra vida lo único que hacemos es tratar de encontrar esos factores y estímulos que nos hacen vivir una vida plena, y al momento de encontrarlo ya no tenemos porque seguir aquí. Es decir el gigante paso toda su vida tratando de encontrar la felicidad y sus últimos años tratando de encontrar a aquel niño que le abrió los ojos y le enseño lo bello de la amistad y en ese camino hizo feliz a miles de niños, y es por esto que el ya habia alcanzado la plenitud de su vida y no habia mas que dejar este mundo para dejar que otros pudieran encontrar su propio sentido de la vida.

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  4. Éste cuento había tenido la oportunidad de leerlo anteriormente, pero ahora que lo leí con mayor atención pude comprender el trasfondo del mismo. Considero que refleja el corazón de los adultos. Conforme se va creciendo en la vida se va perdiendo la inocencia de niño y la fantasía de vivir y apreciar las pequeñas cosas de la vida, el corazón muchas veces se endurece y es poco sensible a apreciar lo que tenemos alrededor. El egoísmo con el que vivimos hoy en día tiene sociedades desintegradas y que viven en desigualdad en cuanto a oportunidades, y eso hace que nuestro jardín que es el país en el que vivimos se vuelva gris. El Gigante egoísta somos todos aquellos que creemos ser autosuficientes y dejamos de ver la necesidad que tenemos de los demás.
    Considero que el autor es Simbolista porque expresó sus ideas de una forma implícita, por ejemplo que el niño pequeño que tenía heridas según las creencias cristianas se puede interpretar que es Jesús.

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  5. Considero que éste relato contiene una alta dosis de lección moral y religiosa, propia de la época en la que vivió Oscar Wilde. Intuyo que el trasfondo de la misma trata de dar a comprender que todos los seres pueden llegar a la redención y al perdón. Está claro que en éste relato Oscar Wilde nos muestra una redención que no necesita de un sacrificio físico extraordinario como lo planteaba el pensamiento de su época. Destacaría como el para el Gigante el mayor castigo fue la soledad, representada por el invierno. Es importante resaltar que su perdón llego de la mano de la integración a la naturaleza viva del mundo, en éste caso la primavera, es decir, el Gigante, apartado en su propio mundo llego a construir una fortaleza motivada por sus ideales individualistas y materialistas los cuales derivaron en el abandono del mundo exterior y cruelmente en su soledad. La integración al mundo a través del arrepentimiento y el deseo por un mundo mejor son los actos que lo llevan al final al paraíso, al paraíso de primavera eterna y de juegos infantiles que él tanto adoraba.

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  6. Oscar Wilde, con su genio literario, nos sumerge en una historia en la cual combina lo religioso, lo pueril, lo inocente y esa carga ingente de lo que es la misericordia divina.

    El hecho de que sae un gigante quien se presenta como personaje principal en el cuento es para resaltar ciertos aspectos: el gigante es menospreciado y discriminado por su condición de diferencia ante los niños, por lo que éstos, no quieren jugar con él. Esto se relaciona mucho con la doctrina de Jesucristo, ya que él dice que los menospreciados en este mundo son lo que encontrarán la salvación en el otro.
    A la manera de escribir, parece que Wilde es Simbolista. El simbolismo, que tuvo auge en francia, se caracterizo por el uso ingente de metáforas que convertían los objetos en imágenes y, además, que lograban conjurar toda esas descripciones con un lenguaje estéticamente bello. Aquí, Wilde hace uso de las imágenes para dar toda la significación de lo Cristiano, a partir de la figura de un gigante menospreciado. Luego, la culminación del cuento es muy religiosa, haciéndo énfasis en un Jesús que redime al menospreciado y lo lleva al paraíso.

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  7. Evelyn Revoloriooctubre 09, 2011

    Para mi Oscar Wilde es una persona que expresa mucho quien es por medio de su vestimenta extravagante y la forma en que escribe.

    Este cuento me gusto bastante por que tiene un mensaje positivo, ya que el gigante se comporta de mala manera con los niños, pero cambia su actitud, y también la descripción del entorno y la naturaleza es bastante infantil, dándole vida a todos los objetos Utiliza símbolos para representar en el cuento a Jesús, por lo que tiene cierto sentido religioso dentro del mensaje que quiere dar a conocer, la ayuda o las actitudes que tuvo el gigante con el niño le dio la oportunidad de irse al cielo cuando este murió.

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  8. Fascinante. Me encantó. Un historia escrita en lenguaje para niños, pero dirigida a los adultos. Narrativa fantástica para contar el relato del jardín y el Gigante Egoísta. Es notable las metáforas. Me pone a pensar, ¿quién será el Gigante? ¿Qué es el jardín? ¿Qué representa el inverno y la primavera? Me deja mucha reflexión.

    Bonito cuento, el cual me hace pensar que trata sobre cómo, al ser egoístas, nuestro hogar se torna frío e incómodo. Sin embargo, al compartir con los niños, los seres más inocentes y vivos, el calor y la naturaleza renacen en nuestro entorno.

    El único detalle que me queda duda, y a ver si me ayudan amigos cavernícolas, es qué pasó en el más pequeño. Yo entiendo que nunca bajó del árbol, pero no sé por qué. Aunque me encanta la invitación a jugar a "su jardín". Gran cuento de Wilde.

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  9. Es fácil pensar que este es un cuento para niños, pero lo que hace especial a un buen cuento para niños es que los mayores pueden disfrutar de él de la misma manera: es decir, el cuento es capaz de regresarte a tu niñez mientras lo lees y en tu mente adulta, ponerla a pensar sumergiéndola en la fantasía, que no está allí más que para entender la realidad. Un cuento para niños no es más elaborado o más dificil, escribir para un niño es tan complicado como cualquier otra escritura y requiere de una técnica nada simple porque los niños, Oscar Wilde lo sabía, no son ningunos tontos. Yo también considero el cuento simbolista, no sólo por el sezgo cristiano que toma al final inesperadamente, aunque viéndolo bien, pueden haber varios desde el comienzo: los doce albaricoqueros (por qué exactamente doce), las flores blancas. Considero al gigante como la humanidad, la humanidad que se engrandece de sus logros, de su gran tamaño y su desarrollo, pero que se ha olvidado del valor de las cosas pequeñas, que en este caso serían los niños y cada vez se engrandece más y más, menospreciando e incluso destruyendo lo que queda abajo de sus gigantescos pasos. Pero entonces el gigante se da cuenta de que le hace falta algo, de que hay un vacío, y hasta el canto de un gorrión le mueve algo allí adentro, algo que no ha perdido pero que ha sido ocultado: se da cuenta de que es vulnerable, sobre todo porque una de estas cosas pequeñitas nimiedades de la vida, el niño que no puede subirse al árbol, le recuerda que a pesar de todo puede sentir, y que a veces, sentir duele, pero sobre todo, puede amar, y amar duela mucho más, pero también es gratificante. Haberse reencontrado con los niños, con la vida, fue para el gigante una especie de redención.
    Por supuesto las imágenes poéticas no se escapan y necesitas tener algo de niño, (de poeta) para cacharlas, o si no, simplemente detenerte para poderlas escuchar (como los niños que detienen el juego con tal de escuchar el trino de los pájaros), vemos árboles que hablan, los elementos del clima personificados, flores que brotan y vuelven a esconderse, un corazón que se derrite... Recomiendo otros cuentos de Wilde como el "Príncipe Feliz" y "El principe feliz". Son igual de asombrosos.

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  10. Maria Fernanda del Águilaoctubre 10, 2011

    La manera de escribir de Oscar Wilde, siempre me ha parecido muy interesante, se caracteriza
    por utilizar cantidad de símbolos y al igual que su vestimenta su escritura siempre es diferente,
    extraña y controvertida.

    A mi parecer, Wilde con su obra “El Gigante Egoísta”, busca hacernos conciencia en una
    historia sencilla, varios puntos. El primero, la importancia de no olvidar el niño que llevamos
    dentro, que a pesar que los años pasan siempre debemos conservar esa inocencia y
    bondad de un niño. El segundo, el bosque representa el mundo, este mundo en el que
    lastimosamente reina mucho egoísmo y frialdad entre los seres humanos, pero el Gigante
    demuestra que no es posible vivir solo y aislado pues para poder ser feliz se necesita compañía
    y la alegría que los demás dan a nuestra vida.

    Por último, el amor de Dios, ese amor tan grande e infinito, que fue capaz de regalarnos el
    mundo, para que fuéramos felices pero que muchas veces no sabemos aprovechar; también
    nos entrego a su hijo, quien murió por nosotros y nuestra salvación, pero que siempre
    ignoramos. Pero Jesús, como ese niño chiquito, siempre está ahí, esperando para cuando
    nosotros estemos dispuestos a abrirle nuestro corazón y así descubrir la verdadera felicidad.

    La obra tiene un final muy inesperado, jamás paso por mi mente que al final fuera a aparecer
    la imagen de Jesús. En lo personal me gusto mucho.

    Oscar Wilde fue uno de los exponentes del esteticismo, un movimiento artístico muy parecido
    al simbolismo en el que buscaban exaltar el arte. Se dice que con el esteticismo el arte existe
    por su belleza y que ésta debe ser exaltada por encima de la moral y los temas sociales. Wilde
    tiene una gran tendencia simbolista, aquí radica el hecho de que es muy común el uso de
    símbolos en sus obras.

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  11. Tres veces he leído este cuento: la primera cuando era niña, la segunda el año pasado y hoy. La primera vez, no pensé mucho de él, al menos conscientemente. Y es que eso es lo bello de los cuentos para niños, que éstos aprenden las lecciones inconscientemente. Si Oscar Wilde tenía la intención de escribir un cuento para niños o no, lo desconozco, pero que está cargado de simbolismo, es indudable.
    La segunda vez que lo leí, lo entendí como una analogía a Jesús. Sin embargo, ahora que lo vuelvo a leer, mi primer pensamiento salta a la sociedad. El gigante nos representa a todos, tanto como grupo como individualmente; vivimos en un mundo materialista y egoísta, en él que sin sentirlo todos vivimos pensando primero en nosotros mismos y nuestras necesidades, poniéndonos antes que los demás. Y ese afán hace que a veces nos olvidemos de lo mucho que necesitamos a los demás.

    Otras lecciones pueden desprenderse de este cuento, claro, cada quien lo interpreta como desee interpretarlo, cada quien ve lo que quiere ver o más bien necesita ver, lo que le sirve. Sin embargo, si lo entendemos como una crítica a la sociedad (esas que juzgando por otras de sus obras, tanto le gustaban a Wilde), es interesante ver cómo desde que se escribió este cuento en el siglo XIX, el mundo sigue viviendo de la misma manera, o incluso peor: cada día más egoístas y con miles de paredes inalcanzables alrededor.

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